viernes, 6 de enero de 2012

Por un momento quise que pararas, que retiraras la mirada, que te dieses la vuelta y continuases con tu camino. Pero tus ojos seguían clavados en los míos, como centinelas que me sumían en la más dulce de las condenas. Cristalinos, dulces, sensuales; los mismos que me hechizaron la primera vez que me miraron y los únicos que me gustaría ver despertar cada mañana.
El sonido de tu risa rompió el místico silencio como un frágil cristal y me envolvió en un halo de paz, encandilando cada centímetro de mi piel. Deslizaste tus manos por mi cuello hasta que las puntas de tus dedos rozaron los lóbulos de mis orejas y me susurraste un 'Estás preciosa esta noche', acariciando con tus suaves y carnosos labios mis oídos.
Dejé escapar un suspiro, rehén de mi silencio, de mi secreto; víctima de las incontables noches en las que logré conciliar el sueño pensando en ti. Y, entonces, me dejaste encontrar tu boca a dos centímetros de la tuya, dulce, insaciable, pero sobretodo cruel.

2 comentarios:

  1. Hooola :D me encanta tu blog, enserio, esta genial (: escribes muy bien.
    Te sigo, ¿va? ^^
    Aquí te dejo el mio, para que te pases, si quieres, claro :D :D http://hayalgoquemeenganchaati.blogspot.com/ Un beso <3

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  2. ¡Hola cariño! <3
    Muchísisisisisisisimas gracias preciosa, enseguida me paso, seguro que es genial :D
    Bisous! :D

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