Jamás la has tenido entre tus brazos, ni has sentido que te tiemblan las piernas al tenerla cerca; nunca fuiste capaz de dibujar sonrisas donde antes había lágrimas, no has sabido hacer más que hacerla sufrir; y dices que la quieres.
No tienes ni puta idea de lo que es querer a alguien hasta el punto de hacer cualquier cosa por ella, de necesitar su voz cada segundo, de sentir cómo te desmenuzas si no la has visto en todo el fin de semana. Y no valoras las cosas más pequeñas, como los hoyuelos que le salen al reírse, el olor de su pelo o la forma que tiene de morderse el labio; pero enhorabuena, sigue siendo tuya, y yo seguiré siendo el mismo gilipollas que, incondicionalmente, seguirá recogiendo lo que tú hagas trizas.
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